Invierno 2004 Verano 2005



Puede existir licuada una línea veloz
que produzca estremecer corazón de hombre
sin conocer el otoño más que en su densidad fluvial.
Plúmbeas hojas serán mis manos
y como grieta espontánea
harán de sus dedos la única señal
que tu cuerpo reciba
de la cicatrizada noche que nos separa.
Armadillo que perdió su olfato
se pregunta quién encendió el árbol desnudo
que tras su corteza se inventó Berlín.
La gravedad nunca nos miente
si como amantes unidos en nuestros cuerpos
desafiamos la pendiente.
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He aullado como un galápago
sin saberme felino entre los demonios.
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Miento
Miento tan insistentemente que no miento sino mirto.
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Montón de monotonía en la puerta de tus ojos al abrirse el sol